miércoles, 5 de octubre de 2011

Luz



Soy una luciérnaga; brillo, no brillo... Brillo, no brillo... Muchos creen que brillar siempre es bueno, que la luz es buena. Pero aquí está el principal problema. La luz no es para ver como todos creen, la luz muchas veces es para que me vean, y el no brillar no me hace menos artista, menos bello, no me hace menos en fin... Sino que me hace más mío...


Adoración a la luz – Uno se conoce más en la oscuridad (se toca, se mide, se siente, se cuantifica, se detiene en el cuerpo a conocerse), se conoce por fuera como por dentro, en la total oscuridad uno piensa mucho más que con luz, se interroga, pero lo más importante es que “imagina”. Imagina cosas sencillas como, que es lo que lo está rodeando, que sucederá. Y otras como, que sentirá tal persona, que sentirá uno, imagina formas, imagina mundos. Las circunstancias son más aptas para imaginar, son más bellas para hacerlo.

En mi mundo la oscuridad se aprecia mucho más que la luz, porque no hay nada de que, ni de quien desconfiar... Porque de esta manera estimulamos los sentidos, porque simplemente nos gusta crear, así sea un simple pensamiento o un boceto en nuestra mente. Porque a oscuras nos oímos más… A oscuras es más fácil encontrarse a uno mismo.

Es una obviedad lo que digo con respecto a la oscuridad, pero lo que no les resultará obvio a ustedes es que nosotros, la manera en que disfrutamos del tiempo, al que ustedes llaman día, es en la oscuridad… Generalmente dormimos cuando hay luz… Y la privacidad no se vuelve más que la luz misma… Encender una luz, no es más que un atrevimiento sano en la inmensidad, es ahí donde surge la curiosidad en nuestro mundo.

Felipe Peiro.-

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