lunes, 19 de noviembre de 2012

Ofrenda floral




Se hace viento y cree saberlo normal, las raíces frágiles destiñen pensamientos inválidos, y llora camuflada en la alegría de la piel que desconoce su nombre.

Al ser humano le gusta, por una costumbre enferma que tiene, meter mano donde no debe, o más bien, donde no es necesario. Así sucede con la naturaleza, arrasa con lo que, sin chillar ni llorar, lo acompaña a lo largo de su vida.

Más allá de esa costumbre tonta que goza, existe otra por añadidura de esa que es, desde mi punto de vista, patética y a la vez macabra, regalar flores.

A lo largo de la historia, el hombre ha considerado a las flores muy bellas, en lo que coincido plenamente; y al acto de regalarlas lo ha visto como una ofrenda cordial, o un acto de total educación, siempre lo ha relacionado al amor; y es generalmente, por amor que las regalan. 

Es común, por ejemplo, que las regalen a sus novias, a sus madres, o a alguien en su cumpleaños; siempre para fechas especiales; pero pasa también que le hacen ofrendas florales a un muerto, y renuevan tal ofrenda casi con cada visita al cementerio. Entonces, es ilógico e incomprensible para mí, que consideren justa tal ofrenda hacia un vivo, siendo la misma hacia un muerto.

La flor.

Más allá de ser un obsequio al que ustedes consideren bello, que en si la flor es bella, lo regalan muerto, eso a mi realmente me repugna, ¿no les resulta macabro regalar algo muerto? Me da a pensar que es de muy mal gusto, solo ustedes se entienden. La flor permanece viva en tierra, hasta que la arrancan. ¿Es necesario explicarlo?

En mi mundo las flores existen, conviven con nosotros como un ser más, algunas se comunican mediante palabras; el regalo es tenerlas, a la vista, en tierra. La belleza de las flores depende de nuestra imaginación, nuestro estado de ánimo influye en cada una.

¿Será que en nuestro mundo llegan a un nivel de desarrollo superior? ¿Será que nosotros las respetamos?


Felipe Peiro.-