miércoles, 20 de marzo de 2013

Caras sin nombres




Desinterés que se esfuma en la memoria colectiva, ciego el recuerdo de los rostros que destrozan con caricias lo intocable.

Me asombra el paso a paso del ser humano, ignorando al prójimo, a quien frecuenta sus lugares, su sitio, a quien camina al lado. Existe un desinterés, y una falta de capacidad para con el recuerdo propio, que me impacta absurdamente.

Llego a pensar que su mundo está sobre habitado, ya que no pueden memorizar la totalidad de personas que hay dentro. Se les presentan, constantemente, caras sin nombres, y no tienen ni la capacidad ni el interés, de saber quiénes son.

¿Cuál es el límite de personas que puede memorizar un ser humano?  ¿Cuántas caras sin nombres? 

En mi mundo, nos gusta saber quien está a nuestro lado, quienes frecuentan lugares junto a nosotros; no es por curiosidad, más bien es nuestra normalidad ser así de “atentos”.

Es incomprensible, no pueden vivir sin un porque para cosas “inexplicables” que les atribuyen uno supuesto, pero sí pueden vivir sin saber quién es el que viajo a su lado en el colectivo yendo al centro. ¿Soy yo o son ustedes?

Buscando posibles porqué, buscando respuestas a mis preguntas, comprendo que mas allá de ser para mi, absurdo y ridículo lo que hacen, a la vez puedo interpretar, que alimentan día a día un condimento de la vida misma, tal vez el misterio, tal vez la sorpresa. 

Y entiendo, o trato de entender, que la vida; en la sociedad humana, depende de tales factores, de sorpresa, de misterio; cada persona es una infinidad de historias, de cuentos.

¿Qué es de la literatura sin sorpresa, sin misterio?

Felipe Peiro.