viernes, 28 de diciembre de 2012

Dormi DOS




De par en par, parpadeas, oblicuo metrónomo de libertad humana; en ti el cerrojo estrecho cierra la puerta a la sencillez del todo.
 

Siempre me costó comprender su mundo, que cuando en un lugar es día en otro es noche, cuando allá están durmiendo, acá despiertos. Me cuesta comprender la idea física de lo opuesto.

En uno de los tantos intentos por entender, supuse que el sueño era una materia, una especie de mezcla de elementos químicos que se encontraba dentro del mundo de manera equilibrada, traspasándose independientemente de ser en ser, y que era propensa a atacar de noche. Por esta cuestión siempre habría, de manera equilibrada y aproximada, la misma cantidad de personas dormidas que despiertas.

¿No será que a eso que le llaman noche, se le suma la marea del sueño? Es decir, que cuando va avanzando la falta de luz solar en el mundo, se esparce añadida a tal oscuridad una especie de bacteria que ataca silenciosamente a los seres aportándoles sueño, como si los humanos fueran el recipiente donde se posa ese sueño gaseoso.

Pienso que es posible que existan, en su mundo, las personas hermanas de sueño; las mismas están ubicadas en lugares geográficamente dispares,  alternando sueño entre ellos, mientras uno duerme, dos están con sus ojos abiertos.

En mi mundo los despiertos son todos los que andas libremente en el, sin que estén sujeto a la imaginación de ningún ser humano. Cuando pasan a ser imaginados, se convierten en dormispiertos, porque una parte de ellos duerme, la controlada por la imaginación del hombre, y otra despierta, controlada por el ser imaginario.

¿Qué es dormir sino una cuota de muerte nocturna? 

Felipe Peiro.

viernes, 21 de diciembre de 2012

Estatua




Ojos que ayer vieron, dedo índice erguido hacia puntos cardinales inexistentes, rigidez en sombra. Erguido avanza en su quietud.

El ser humano es una especie con memoria débil, o eso parece. Siempre busca, de manera absurda, plasmar recuerdos, o más bien, quiere recordar de distintas maneras visuales, a algo o a alguien. Las fotografías o las pinturas son a las que comúnmente acuden; pero existe una más absurda aún, las estatuas.

Hacer una estatua de una persona, me resulta algo totalmente vergonzoso, como así también poco honesto para con el ser estatuado. El hecho de plasmarlo de manera inmóvil, sin un entorno correspondiente, me da la sensación de: “te hemos querido siempre así, inmóvilmente expresivo”.

Creo que no hay mejor manera de recordar, que recordarlo vivo, pero vivo en la memoria, movilizando a uno con sus acciones y moviéndose él, por sobretodo. Y no duro, porque tal vez es un intento de eternizarlo, y las personas no necesitan de lo eterno, porque la eternidad está siempre en su interior, y no se mide con arena de un reloj.
Deberían quedarse tranquilos, ya que ustedes son simples pasajeros en el mundo, trascienden por logros que se transmiten boca a boca, o por el legado que han dejado; nunca por una imagen a semejanza física y/o estética.

Es algo raro realmente, sé que lo hacen de buena fe, sé que buscan glorificar y/o enaltecer a una persona, que ustedes sabrán si se lo merece; pero también deja mucho que desear en el sentido de que da la sensación de que les resulta una carga el tener que recordarlo, porque no confían en que puedan mantener mucho el recuerdo en su memoria; es más fácil hacerle una estatua y recordarlo al relacionarlo con la imagen.

Al fin de cuentas, una estatua es un ayuda memoria.

Felipe Peiro.-

lunes, 19 de noviembre de 2012

Ofrenda floral




Se hace viento y cree saberlo normal, las raíces frágiles destiñen pensamientos inválidos, y llora camuflada en la alegría de la piel que desconoce su nombre.

Al ser humano le gusta, por una costumbre enferma que tiene, meter mano donde no debe, o más bien, donde no es necesario. Así sucede con la naturaleza, arrasa con lo que, sin chillar ni llorar, lo acompaña a lo largo de su vida.

Más allá de esa costumbre tonta que goza, existe otra por añadidura de esa que es, desde mi punto de vista, patética y a la vez macabra, regalar flores.

A lo largo de la historia, el hombre ha considerado a las flores muy bellas, en lo que coincido plenamente; y al acto de regalarlas lo ha visto como una ofrenda cordial, o un acto de total educación, siempre lo ha relacionado al amor; y es generalmente, por amor que las regalan. 

Es común, por ejemplo, que las regalen a sus novias, a sus madres, o a alguien en su cumpleaños; siempre para fechas especiales; pero pasa también que le hacen ofrendas florales a un muerto, y renuevan tal ofrenda casi con cada visita al cementerio. Entonces, es ilógico e incomprensible para mí, que consideren justa tal ofrenda hacia un vivo, siendo la misma hacia un muerto.

La flor.

Más allá de ser un obsequio al que ustedes consideren bello, que en si la flor es bella, lo regalan muerto, eso a mi realmente me repugna, ¿no les resulta macabro regalar algo muerto? Me da a pensar que es de muy mal gusto, solo ustedes se entienden. La flor permanece viva en tierra, hasta que la arrancan. ¿Es necesario explicarlo?

En mi mundo las flores existen, conviven con nosotros como un ser más, algunas se comunican mediante palabras; el regalo es tenerlas, a la vista, en tierra. La belleza de las flores depende de nuestra imaginación, nuestro estado de ánimo influye en cada una.

¿Será que en nuestro mundo llegan a un nivel de desarrollo superior? ¿Será que nosotros las respetamos?


Felipe Peiro.-

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Sombra




Extensión de noche sobre la tierra, cuota de oscuridad misteriosa, fiel seguidora taciturna.


Siempre lo noté como algo asombroso y misterioso desde que llegué a su mundo; la sombra, ¿qué es lo que tiene la sombra que llama tanto mi atención? Detrás de ustedes o delante, pero juntos, abrazada, amalgamada al ser mismo; de aquí hacia allá, firme fidelidad que no entiende de divisiones.

Para ustedes, su existencia es gracias a la luz, cuando se proyecta la misma sobre un cuerpo, del lado contrario queda un sitio exento de la misma y de esta manera, se crea la sombra. Para mí y para mi observación, su diferenciación proviene si, de la luminosidad, pero no su existencia.


A la sombra la veo como un retazo de noche, una noche que siempre está presente en el día, pero que es opacada poco a poco por la luminiscencia que aparece con el alba y se mantiene por horas hasta que la sombra se expande para convertirse en extensa sombra y así, en noche.

En todo día hay noche, en toda noche día.

Me dirán que existe la sombra también de noche, la que proviene de la luz de la luna, pero esa iluminación no es más que la luz del sol reflejada en la misma. De esta manera, yo comprendo que en todos los cuerpos hay noche, pero siempre hay un sitio donde da el sol.

Nosotros nos sentimos más expuestos de día y disfrutamos de la noche, la oscuridad nos da la paz para ser, nos resguarda, somos libres. ¿Será la existencia de la sombra, motivo para que se sientan más protegidos? ¿Será que le garantizan noche y la serenidad de la misma, en simples cuotas para que puedan, como nosotros, tener paz y ser?

En mi mundo, la sombra no existe, ni de noche, ni de día.



Felipe Peiro.-