De par en par, parpadeas, oblicuo metrónomo de libertad humana; en ti el cerrojo estrecho cierra la puerta a la sencillez del todo.
Siempre me costó comprender su mundo, que cuando en un lugar es
día en otro es noche, cuando allá están durmiendo, acá despiertos. Me cuesta
comprender la idea física de lo opuesto.
En uno de los tantos intentos por entender, supuse que el sueño
era una materia, una especie de mezcla de elementos químicos que se encontraba
dentro del mundo de manera equilibrada, traspasándose independientemente de ser
en ser, y que era propensa a atacar de noche. Por esta cuestión siempre habría,
de manera equilibrada y aproximada, la misma cantidad de personas dormidas que
despiertas.
¿No será que a eso que le llaman noche, se le suma la marea del
sueño? Es decir, que cuando va avanzando la falta de luz solar en el mundo, se
esparce añadida a tal oscuridad una especie de bacteria que ataca silenciosamente
a los seres aportándoles sueño, como si los humanos fueran el recipiente donde
se posa ese sueño gaseoso.
Pienso que es posible que existan, en su mundo, las personas
hermanas de sueño; las mismas están ubicadas en lugares geográficamente dispares, alternando sueño entre ellos, mientras uno
duerme, dos están con sus ojos abiertos.
En mi mundo los despiertos son todos los que andas libremente en
el, sin que estén sujeto a la imaginación de ningún ser humano. Cuando pasan a
ser imaginados, se convierten en dormispiertos, porque una parte de ellos
duerme, la controlada por la imaginación del hombre, y otra despierta, controlada
por el ser imaginario.
¿Qué es dormir sino una cuota de muerte nocturna?
Felipe Peiro.