miércoles, 24 de abril de 2013

Anzuelo visual




Espejo sin reflejo, voracidad criminal que acaricia párpados. 

Sucede un fenómeno sorprendente, sus ojos traen pero no llevan; traen el humo tal de lo innecesario, traen la dicha pura de lo necesario; pero sus ojos no llevan, se dejan llevar. 

El ser humano de hoy en día, más bien diría, el sector mayoritario de la sociedad, sufre un acoso de imágenes, necesario en ciertos casos, innecesarios en otros. Me refiero a la sobrecarga visual que se genera cotidianamente, a los carteles, a los anuncios, a las publicidades; convirtiendo al sujeto, en consumista y dependiente neto de estos recordatorios mentirosos.


Existen dos tipos de anuncios.

  • 1.       Los necesarios:

    Aquellos que, por sobre todas las cosas, son útiles, más allá de ser necesarios. Por ejemplo, un cartel que anuncia el sentido y nombre de una calle, o dentro de una industria un cartel que especifique donde se encuentra cada sector.

    Estos carteles “necesarios”, también atrasan un poco, en cierto modo, al ser humano, ya que al tener tanta información servida, el juego de la comodidad le gana terreno a la actividad mental de superación, me refiero a la memoria. Es una picardía dejar todo librado al cartel; borra la inquietud de búsqueda, el afán de recordar y conocer, ya que éste lo anunciará ni bien llegado al lugar. Limita con la comodidad, a la curiosidad.

  • 2.       Los innecesarios:

    Son aquellos anuncios inútiles que contaminan la visual, los carteles innecesarios, lo que despiertan deseos. Por ejemplo, un cartel publicitario que estratégicamente se ubica para despertar el deseo del consumidor.

    Los mismos seguramente surgieron gracias al fenómeno tal de los anteriores. Con una pizca de astucia del humano; nace un simple aprovechamiento de recursos.

    Me sorprende que acepten que sucedan éste tipos de cosas, pero es como una dulce contradicción, ya que cuando algo que no está del todo bien, es avalado y considerado una gran proeza del ser humano, no le cabe discusión alguna. Bien saben que despierta su consumismo, que desvía la atención de cosas bellas, y hasta quizás importantes, como la naturaleza misma, como sus pares, seres bellos, Pero es como si a la vez, no lo supieran, y todo les entra por los ojos, desde un libro con tapa bonita, hasta un alimento.


      En mi mundo no existe la necesidad de poner carteles, de anunciar, de dar aviso que tal cosa es lo que realmente es. Aquí se transmite por el boca a boca y no se olvida; se descubren cosas gracias a la curiosidad y al perspicaz afán de querer saber cada día más, y por sobre todas las cosas, recordarlo.

Los ojos son un medio de transporte, un nexo sabio entre dos partes, debe generar un equilibrio de balanza, una rara especie de democracia entre lo que queres y lo que de vos quieren.

Sus ojos no llevan, se dejan llevar.
 

Felipe Peiro.

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