Siempre creen en mitos, leyendas y cosas extraordinarias, lo magnífico es
algo que les llama la atención, a punto tal que lo fabuloso lo toman como
posible; y lo posible lo alimentan con historias más magnificas y fabulosas que
el objeto en sí. Lo fabuloso posible, la insegura certeza de que un día aparecerán:
los zombis, los dragones, los seres extraños, los extraterrestres; lo veo como
un condimento para la vida, para que no sea lisa y aburrida, y me parece
bárbaro, pero ¿Por qué aterrarse de lo no comprobable, lo imaginable y del
incierto posible?
El aterrarse, a mi parecer está ligado a los parámetros sociales que siempre
nombro, al común general, a las costumbres, porque todos se aterran
generalmente de lo mismo. Acaso un dragón, ¿no podría ser bueno, dócil y solo
escupir fuego en invierno para calentar hogares? No, lo imaginan brutal,
agresivo e incendiando a todo ser inocente que se le cruce.
Comprendo que también imaginan cosas “agradables”, pero ¿Qué es agradable?
Lo deseado, y por ende conocido; eso que imaginan para ser felices, que no es
fabuloso o inciertamente posible; es una realización mental de lo que se añora
y jamás será algo aterrador. Yo eso no lo critico en lo absoluto, me parece bárbaro
robarse a uno mismo sonrisas realizando cosas o situaciones en ensueños para
tal vez, entretenerse o verse a uno mismo de una manera que le agradaría,
por ejemplo. Lo que critico, es que cuando creen en cosas desconocidas,
imaginables solamente, las realizan de manera aterradora. A lo conocido le adjudican
una imagen agradable, tal vez a semejanza; pero a lo desconocido e incierto,
siempre lo creerán malo, ¿Por qué?
En mi mundo, es común creer en lo fabuloso, porque el mundo es fabuloso, y
porque como dije antes, vuelve a nuestra vida menos lisa y aburrida, porque es
la imaginación quien dicta los pasos que parten de la inconsciencia, y la
inocencia quien nos vuelve vulnerables a lo imaginable; pero jamás aterrados
resultamos de lo que imaginamos, porque somos, todos los habitantes, resultado
de la imaginación.
Y también porque nuestro mundo, imaginable como lo es, retiene la forma de
lo que la mente dicta, de lo que uno cree, de lo fabuloso posible, del
asombro desmedido; y no de lo que los demás dicen o lo que tiene que ser; es lo
que es, porque nosotros creemos que es así.
Felipe Peiro.-
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