domingo, 17 de junio de 2012

Incierto aterrador



Volaba por el cielo oscuro, haciendo sombra aunque luz no había, sus alas desplegadas por completo cortaban el aire, y estrepitosamente se acechaba sobre el castillo para regalarles, una bocanada de fuego, luz y saliva.

Siempre creen en mitos, leyendas y cosas extraordinarias, lo magnífico es algo que les llama la atención, a punto tal que lo fabuloso lo toman como posible; y lo posible lo alimentan con historias más magnificas y fabulosas que el objeto en sí. Lo fabuloso posible, la insegura certeza de que un día aparecerán: los zombis, los dragones, los seres extraños, los extraterrestres; lo veo como un condimento para la vida, para que no sea lisa y aburrida, y me parece bárbaro, pero ¿Por qué aterrarse de lo no comprobable, lo imaginable y del incierto posible?

El aterrarse, a mi parecer está ligado a los parámetros sociales que siempre nombro, al común general, a las costumbres, porque todos se aterran generalmente de lo mismo. Acaso un dragón, ¿no podría ser bueno, dócil y solo escupir fuego en invierno para calentar hogares? No, lo imaginan brutal, agresivo e incendiando a todo ser inocente que se le cruce.

Comprendo que también imaginan cosas “agradables”, pero ¿Qué es agradable? Lo deseado, y por ende conocido; eso que imaginan para ser felices, que no es fabuloso o inciertamente posible; es una realización mental de lo que se añora y jamás será algo aterrador. Yo eso no lo critico en lo absoluto, me parece bárbaro robarse a uno mismo sonrisas realizando cosas o situaciones en ensueños para tal vez, entretenerse o verse a uno mismo de una manera que le agradaría, por ejemplo. Lo que critico, es que cuando creen en cosas desconocidas, imaginables solamente, las realizan de manera aterradora. A lo conocido le adjudican una imagen agradable, tal vez a semejanza; pero a lo desconocido e incierto, siempre lo creerán malo, ¿Por qué?

En mi mundo, es común creer en lo fabuloso, porque el mundo es fabuloso, y porque como dije antes, vuelve a nuestra vida menos lisa y aburrida, porque es la imaginación quien dicta los pasos que parten de la inconsciencia, y la inocencia quien nos vuelve vulnerables a lo imaginable; pero jamás aterrados resultamos de lo que imaginamos, porque somos, todos los habitantes, resultado de la imaginación.

Y también porque nuestro mundo, imaginable como lo es, retiene la forma de lo que la mente dicta, de lo que uno cree, de lo fabuloso posible, del asombro desmedido; y no de lo que los demás dicen o lo que tiene que ser; es lo que es, porque nosotros creemos que es así.

Felipe Peiro.-

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